Hoy en el día de mi cumpleaños hago una reflexión sobre los posibles momentos criticos que surgen con el paso de los años y que se acentúan aun más en este mismo día. Y la verdad es que pienso que toda mujer tenemos al menos dos momentos críticos en la vida en el término de envejecimiento.
La primera vez que te llaman “señora” que puede ser en cualquier instante a partir de los treinta años; y cuando entras a formar parte de las “mujeres maduras”, lo que antes sucedía a partir de los cuarenta, en los cuales me encuentro y que hoy en día, sucede gracias a la evolución humana de la sociedad, a partir de los cincuenta.
Yo me doy un 9´50 en el examen de ambos trances antes mencionados, como Mourinho, o como Raúl del Pozo en su novela del año pasado “El Reclamo” premio primavera 2011, siguiendo la estela de Mourinho.
Tengo que reconocer que circunstancias atenuantes, me han ayudado a tales resultados en mi persona y en mi ego para lo de “señora” si añadimos dos partos naturales de una bella niña con 3,900kg y tres años más tarde, de un precioso niño con 3,450kg, una operación por nódulos tiroideos, que te hace valorar lo que realmente importa en la vida, que no son ciertamente el cumplir años, ni tampoco las arrugas ni el cambio físico.
Y he de decir que estaba preparada para ello desde bien jovencita, pues por aquel entonces tenía agrias disputas al sacar una entrada para la piscina, o museo en donde siempre se empeñaban en que tenía más edad, de la que era en realidad, provocándome una furia infantil casi incontrolable al tener que pagar la entrada de adultos. Hoy lo entiendo y sonrío al recordarlo.
Y a todo esto me he pasado muchos años aclarando que son mis hermanas las que me llevan años y no yo a ellas pues yo, soy la más pequeña de cinco chicas y un chico.
Y es tal la diferencia de edad, que con mi hermano el primero en nacer, me llevo 22 años nada más y nada menos, una gran escala de edades.
O sea que desde que tenía catorce añitos, yo ya tenía cuerpazo y alma de señora prematura, por lo que cuando me lo llamaron, fue como el fin del trauma largamente anunciado. De hecho recuerdo cuando fue. y fue un “chof” que me duro unas cuantas horas.
Con el tiempo las circunstancias atenuantes se fuero apocando, sobre todo, cuando a mi edad te sientes estupenda, sexi y joven.
Y es que a partir de los cuarenta, ayuda mucho a pasar el mal trago, el vestirse con unos estupendos zapatos de Aldo o Big Dorcet, un precioso modelo de Just One o de Christian Dior junto a unas gotas su perfume y disfrutar de una cena a solas con tu pareja, sintiéndote una princesa por unas horas.
El segundo posible momento critico... sea quizás allá por la jubilación, pero lo cierto es que no espero tenerlo.
El cumplir años y sobre todo madurando y acercandose la vejez, no es tan mala opción si consideramos la alternativa con humor… Lo que explica la curva de la felicidad en forma de U, o más bien la tranquilidad y la libertad que siguen al estrés de la vida laboral, la crianza de los hijos, los agobios económicos y la pérdida de los seres queridos.
!Inauguro la madurez con un espíritu positivo! El que yo, nunca tuve ni a los 20 años.
Porque soy mujer a los cuarenta y yo soy mi mejor tesoro.